Me planto delante de un cuadro y lo contemplo durante un buen rato. Voy a una librería y miro la parte de ensayo, puedo estar horas. Leo Esto no es una pipa, incluso cojo notas, pero sólo llego a intuir su significado.
Cómo ignorar a Pollock, pero cómo comprenderlo. Cómo no apreciar a Foucault, pero qué decir de él. Cómo ir a la librería del CCCB y no echar un vistazo a esos sabios del presente de los que no sabemos nada…
Pienso en la religión la católica, en su celebraciones, en sus feligreses y, por primera vez, me inspira cierto respeto la fe de algunos que se aferran en creer aquello que no sienten, que no ven y que incluso no profesan, pero que en el fondo les gustaría sentir y comprender. Y entonces me veo a mí, otra vez delante de un cuadro, de una escultura o frente a un libro, sentada en su mismo banco pero en distinta iglesia.
Deja una respuesta