Piscinas

Tengo una particular fascinación por las piscinas. Esta me viene de la infancia. Me pasaban las horas nadando y buceando, sobre todo buceando. Creo que fue en una de esas tardes de verano cuando empecé a oír mi yo interior. Me gustaba estar bajo el agua, oculta para los demás y rodeada de azul. En la superficie tampoco se estaba nada mal: colchonetas, juegos, saltos…Contar con una piscina en verano era la mejor promesa de diversión. Pero terminó de repente, de cuajo.

Desde mi perspectiva actual las veo como receptáculos de sueños, promesas, y posibilidades no cumplidas que cada nuevo verano se vuelven un poco más inmensas. Es curioso, siempre están llenas y a la vez vacías: nadie se baña, nadie bucea. Hastiadas esperan que alguien se sumerja, y dé sentido a su existencia, a la propia. Me viene a la cabeza Ed Ruscha. Las piscinas ocupan gran parte de su obra: quietas, silenciosas, perennes. Se ofrecen como consuelo y condena. Ruscha pintó las piscinas de las grandes mansiones de Los Ángeles, y con ellas recogió todas las tristezas y desidias de sus omnipresentes bañistas.

Desde hace bastante tiempo que sueño con piscinas, no me ocurre muy a menudo, pero sucede de vez en cuando. Hace poco soñé que saltaba desde un trampolín a distintas. No sé que significado tendrán para el psicoanálsis, pero sé que cuando sueño con piscinas sueño sobre mí. De ese yo protegido que buceaba y jugaba feliz.

3 respuestas

  1. Avatar de jes�s gollonet

    A mi también me encantan. Las de Ruscha y las de verdad.

  2. Avatar de comencemos-por-el-final

    Me alegra verte por aquí.

  3. […] verano la piscina podría volver a ser ese receptáculo de promesas no cumplidas en el que nadaran tranquilamente los […]

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *