Ante el miedo de la página en blanco, los surrealistas ponían en prácitca algunos ejercicios o juegos, como el cadaver exquisito, o la escritura automática. Para prácticar el primero es necesario por los menos dos personas, para el segundo, uno mismo con sus fobias, basta.
Al principio se dudó de que los pintores pudieran adherirse a esa nueva tendencia: dejar aflorar el inconsciente requeria, entre otros, rápidez, y la pintura era una práctica que necesitaba de tiempo.
La verdadera práctica surrealista, se revelo, en formato fotográfico. Un artefacto, que sólo precisaba apretar un boton de forma aleatoria para que surgiese una imagen, y además fidedigna.
Buenas noches, y buena suerte.
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