Se dice, se comenta, que el final del verano supone también el final de muchos matrimonios. En vacaciones, maridos y mujeres, tienen más tiempo para compartir, para estar juntos, y en definitiva, para conocerse mejor. Pero al finalizar agosto, acaban no queriendo saber nada el uno, del otro. Hasta hace poco lo encontraba lógico. Pero entonces, me llegó el rumor de una ola al romper…
Hace bastante tiempo vi una película preciosa titulada “Pleno verano”. Alguna vez me vienen a la memoria imágenes de una de sus protagonistas. En concreto, de cuando se despertaba y se desperezaba siguiendo la melodía de Sunday Morning, mientras la luz clara de la mañana llenaba su habitación de olores, de sonidos y suavidad epidérmica. Toda esa sensualidad se colaba en nuestra sala de cine, ese frío y lluvioso mes de noviembre. Justo como se ha colado ahora en mi bolso de playa el libro del verano: “Verano y amor” de William Trevor, aunque todavía no haya abierto una página.
Perdonen, alguien se acerca…
– ¿Te importaría vigilar mi toalla? Es que voy a darme un baño
– Sí, sí claro no se preocupe (pero intente no echar tanta arena… Qué manera de espurréala, señora)
…Como iba diciendo, el verano sabe a primeros besos, cigarrillos, sueños…Y a lo que imaginábamos que podría haber sido pero finalmente no sucedió.
Esperen, más arena, no hay quien se relaje…
-Agua, coca-cola, fanta, cerveza. Agua, coca-cola, fanta, cerveza, patatas…
-Una light por favor.
…Pues eso, que el verano es tan sensual, onírico y jovial que el continuo murmullo de olas al romper hace evocar nuevamente esos pensamientos, y peligrar las actuales historias de amor: acercando el lejano horizonte de la adolescencia y alejando la cercana orilla que ahora pisamos.
-¿Te vienes al agua?
-Sí, ahora voy, un segundo.
Me besaron en la playa siendo todavía una adolescente, lejos de todo rompeolas, tal día como hoy, hace ya unos cuantos años…
-!Pero mira qué está buena el agua hoy…!
-Agua, coca-cola, fanta, cerveza. Agua, coca-cola, fanta, cerveza, patatas,
All my love for Jesus Gollonet, my dearest constant
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