Rara vez tras finalizar una lectura o una película experimentamos un sentimiento cercano a la purificación. Lo visto o leído remueve nuestros sentimientos, los agita y los purifica y, tras unas cuántas lágrimas (si es que las hubo) desaparece un complejo, un miedo, una angustia…
A mi me pasó hace mucho tiempo con una película de Billy Wilder, “Bésame tonto”. Había dos mujeres y dos hombres ,completamente distintos, que por un día intercambia los papeles, pero sin arrastrar las consecuencias de la noche anterior. Me conmovió la facilidad con la que los protagonistas abandonan sus roles y asumían otro que era contrario al suyo, al cotidiano.
Hace un par de semanas que intento concluir un sentimiento que me embarga (y entristece) pero no encuentro la forma de hacerlo.
Anhelo catarsis u olvidos.
Deja una respuesta