Hoy no pienso en finales, ni en comienzos, sino en intermedios y en esas pausas que duran más que el acontecimiento al que asistimos: esas que nos hacen olvidar la batalla que teníamos pensada para mañana. Quizá más que a una película, (dicen que eso es la vida hasta que llega un acontecimiento trágico que te golpea y, se acabó la representación, se acabaron los anuncios… por un tiempo), primero se nos invitó a una batalla, la propia, de ahí que no empuñáramos las armas…
Estos intermedios donde transcurre la mayor parte de la vida, han sido magníficamente tratados en el cine, y en los estribillos de algunas memorables canciones. Ahora sobre todo me viene a la cabeza el personaje principal de La Dolce Vtia (Marcello) el cual anda siempre demasiado liado en sus quehaceres cotidianos: persecución de famosos y fiestas (podría también haber sido trabajo y familia, ipod y sonar), como para concentrarse en su afán de escritor de novelas. Casi sin darse cuenta es arrastrado por continuas olas de placer vacío que lo alejan de su isla, sin poner también él, ningún un impedimento.
Qué nos arrastre la marea, así es la vida. Olvidémonos de las batallas, y también de los sueños.
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