Y con la intención de ver mi reflejo en el agua y sopesar mi grado de melancolía, me aventuré 15 años atrás hacia mi antigua piscina, buscando la paz de quien camina por la playa en invierno.
Dejando a un lado el viejo y trágico mito de Narciso me asomé a ésta, pero está vez no estaba llena, sino vacía, desnuda, como un lienzo o página blanco, dándome, pues, la ardua oportunidad de llenarla -si eso deseo- de mis propios sueños.
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